
Programa del viaje
Reseña del viaje
Es este año 2024 se ha cumplido un viejo sueño para los socios que participamos en la caseta, visitar la ermita del Rocío en Almonte durante la romería.
Una experiencia inolvidable en el Rocío
Nuestra aventura rociera comenzó el viernes 17 de mayo, bajo un cielo que prometía días inolvida-bles. Un autobús repleto de ilusión nos transportó hasta la Aldea del Rocío, un lugar que, desde el primer momento, nos cautivó con su encanto y espiritualidad. Al llegar al hotel Flamero, un oasis de tranquilidad en medio de la algarabía rociera, nos sentimos como en casa. Las habitaciones, cómodas y acogedoras, nos permitieron descansar y prepararnos para vivir intensamente esta experiencia única.
La noche del primer día, bajo la suave luz de la luna, exploramos la Aldea. Cada rincón, cada callejón, nos transportaba a un mundo mágico y lleno de devoción. La Ermita, con su sencilla belleza, era el centro de todas las miradas y el alma de la Romería.
El sábado, la emoción se palpó en el ambiente con el paso de la Hermandad de Triana. El "Puente del Ajolí" fue testigo de un encuentro inolvidable, donde las emociones afloraron. Sentir la cercanía de las carretas, escuchar los cantos y los rezos, y compartir ese momento con tantos hermanos fue una experiencia que nos marcó profundamente.
Los días centrales de la Romería fueron días de profunda espiritualidad. El Rosario de Romeros, un mar de voces entonando plegarias, nos envolvió en una atmósfera de fe y devoción. Y el "salto de la reja", ese instante mágico en el que los jóvenes almonteños se abalanzan sobre el trono de la Virgen, fue un momento de intensa emoción que nos dejó sin aliento.
La procesión de la Virgen, llevada en hombros por los jóvenes almonteños, fue un espectáculo sobre-cogedor. La Blanca Paloma surcó un mar de brazos, mientras los cantos a la Virgen llenaban el aire. Cada paso, cada mirada, cada sonrisa, nos conectaba profundamente con esta tradición milenaria.
Compartimos comidas inolvidables con nuestros compañeros de viaje, charlas interminables bajo la luz de las estrellas y momentos de reflexión en la soledad de la noche. La hermandad que se creó entre nosotros fue un regalo inesperado.
Regresamos a casa con el corazón lleno de gratitud y la mente repleta de imágenes. La Romería del Rocío ha sido mucho más que un viaje; ha sido una experiencia que ha enriquecido nuestras vidas. Hemos descubierto un mundo de fe, de tradición y de hermandad que nos ha marcado para siempre.
La Romería del Rocío es una experiencia que se vive con todos los sentidos. Los olores de la natura-leza, los sabores de la comida tradicional, los colores de los trajes, los sonidos de los cantos y los instrumentos musicales, se combinan para crear una atmósfera única e inolvidable.
Cada rincón de la Aldea tiene su propia historia y su propio encanto. Desde la ermita, centro de la devoción, hasta las hermandades, donde se vive la alegría y la camaradería, pasando por los caminos que conducen a la aldea, cada lugar tiene un significado especial para los rocieros.
La Romería del Rocío es una fiesta para los sentidos, una experiencia que se graba en el alma y que nos acompaña durante todo el año. Es una invitación a la reflexión, a la solidaridad y a la búsqueda de nuestros propios valores. Hemos vuelto a casa con la promesa de volver el año que viene. La Romería del Rocío nos ha dejado una huella imborrable y nos ha enseñado el verdadero significado de la fe, la amistad y la alegría de vivir.
Reportaje gráfico: el enlace
José Manuel Gómez (